Thursday, August 7, 2008

Sí, o el diluvio

El proyecto de nueva constitución está listo, parece, y seremos los ecuatorianos quienes debamos aprobar o no este nuevo conjunto de reglas que implica una forma diferente de organizarnos como sociedad. La discusión se centra entonces en si esta nueva forma de organización, al menos prospectivamente, será mejor o peor que la que permitía la constitución de 1998, y en base a estas proyecciones decidir si votar Sí o No.

Muy pocas personas, creo yo, se sentarán pacientemente a leer y analizar los 444 artículos de la nueva constitución, y todavía menos serán capaces de advertir las ambigüedades y trampas que pueden contener estos artículos y los riesgos que esas falencias pueden presentar al país. Estoy pensando, sin embargo, que quizás sea un ejercicio estéril leer todos los artículos constitucionales para alcanzar una opinión informada, a lo mejor sea solamente necesario leerse las pocas “disposiciones transitorias” que aparecen como anexos de la constitución propiamente dicha. Las transitorias han sido instrumentos eficientemente utilizados para pasar por encima de todo el cuerpo legal al que acompañan y la frase “por una sola vez” ha sido poco menos que el epitafio del documento legal acabado de nacer: el niño degollado en su cuna.

No es exageración. En 1998 una sola transitoria de la nueva constitución (cuyo número no recuerdo en este momento), permitía al –desde esa constitución- independiente Banco Central del Ecuador, a intervenir “por una sola vez” como prestamista de última instancia cuando existiera riesgo importante de una crisis financiera general. Los ecuatorianos no necesitamos que nos recuerden que esa intervención del BCE alimentó una escalada de tipo de cambio e inflación que finalmente fue detenida abandonando por completo la capacidad de emitir moneda propia. Una sola transitoria nos costó la peor crisis financiera del siglo XX y nuestra moneda nacional, nada mal para una sola transitoria.

Hoy de nuevo 30 disposiciones transitorias y 30 artículos del “régimen de transición” se encuentran bajo el escrutinio de la opinión pública, y los riesgos que entrañan ya han sido señalados. El primero y al parecer más evidente es la concentración de poder en el presidente de la República, “por una sola vez” mientras adecuamos el ordenamiento existente al nuevo marco jurídico. ¿Por qué deberíamos votar Sí en la nueva constitución y permitir que Rafael Correa y su buró político gocen de excesivos poderes? Parafraseándole a él mismo “no nos engañemos”. Rafael Correa ha dado pruebas de que en el fondo también lo mueve la ambición política, baste recordar su distanciamiento con Alberto Acosta por considerarlo “demasiado democrático” (¿acaso es posible ser demasiado democrático?) y las presiones ejercidas por el buró político de Alianza País para terminar la constitución a como dé lugar en el tiempo establecido y evitar el “suicidio político” que iba a cometer el movimiento (¿acaso se puede ser más claro?). Entonces por qué pensar que la ambición política de Correa es mejor ambición que la Febres Cordero, Gutiérrez, Noboa y todos los demás. Y ni hablar del chantaje que ya se observa en la campaña: o votamos sí o regresa el congreso. Por favor.

La nueva constitución tiene cosas muy buenas, sobre todo en la parte correspondiente a los derechos individuales, pero también tiene cosas peligrosas. Quienes la defiende sostienen hay que pesar las cosas buenas versus las malas y como las buenas son más entonces hay que votar Sí. Yo solo quiero hacer un chiste con esa lógica. Un auto deportivo de lujo (ponga aquí la marca y el modelo que más le guste) también tiene características muy buenas: comodidad, velocidad, status, etc. pero si tan solo tuviera un pequeño defecto, digamos que no tenga frenos, ¿se atrevería todavía a manejarlo? Creo que algo parecido le ocurre a la nueva constitución, le están fallando los frenos.

El dilema de los ecuatorianos en todo caso es real: malo conocido o malo por conocer.

La muralla ya no es papel del canalla

Como en cualquier ciudad del mundo, en Quito los grafitos son cosa cotidiana y algunas veces hasta pintoresca. El ingenio de los anónimos escritores es la mejor forma de ingresar en la “opinión pública” publicando mensajes cortos pero de profundo contenido político y social. Evidentemente en 2004 y 2005, justo antes de la caída de Lucio Gutiérrez, aparecieron grafitos en muchos lugares de Quito que buscaban contribuir al “debate público” que por entonces se desarrollaba en la ciudad. Pedro Saad Herrería (La Caída de Lucio. Corajudos, Jóvenes y Forajidos. Editorial El Conejo, Quito, 2005) recolectó posiblemente los más interesantes de estos mensajes. Aquí una probada:

“El país ya estaba al borde del abismo. Con Lucio hemos dado un paso al frente.”
“Estemos siempre al lado del gobierno. Si estamos delante nos coge. Si estamos detrás nos caga.”
“Prohibido robar. El gobierno no admite competencia.”
“Tenemos los mejores diputados … que el dinero puede comprar.”
“Este gobierno es como un bikini: nadie sabe cómo se sostiene, pero todos quieren que se caiga.”
“Que las putas tomen el poder. Sus hijos han fracasado.”
“La revolución no será televisada.”
“¡Basta de hechos! ¡Queremos promesas!”
“¡Caray, han rayado la pared!”

Monday, August 4, 2008

Chomsky - Foucault debate



¿Qué hace esto aquí?

La Sinfonía No. 1 de Gustav Mahler es la primera que creo haber disfrutado a un nivel distinto del estrictamente sonoro, o para decirlo en otros términos, es la primera sinfonía que creo haber “entendido” en su totalidad. Aunque posiblemente esté ofendiendo a quienes realmente saben del tema, me parece que la primera sinfonía de Mahler es un trabajo de transición, desde aquel estándar del clasismo (Mozart y Haydn) hacia un mundo musical nuevo que buscaba transcender lo que Beethoven ya había iniciado durante el romanticismo. Esta pieza está construida aún a base de temas, sin embargo, el contraste de los temas utilizados y los temas mismos terminan en ocasiones originando un “caos” musical que no obstante van hilvanando una historia; sin amenazar la integridad de la sinfonía. Al final todos los temas que han ido apareciendo en los cuatro movimientos anteriores se resuelven en un apoteósico final de orquesta completa.

¿Qué hace este comentario en este blog? Pues bien, leí en alguna parte que la intención de Mahler en sus sinfonías era precisamente tratar de rememorar la vida y como ésta va ocurriendo en el tiempo. Muchos “temas” van hilvanando nuestras historias produciendo en ocasiones ese caos que todas las sinfonías de Mahler tratan de evocar, sin embargo, (y ésta es la razón de este comentario en el blog) para el compositor ningún caos, por más fuerte y radical que se presente, puede alterar el equilibrio y la armonía de la vida y del ser. Los finales apoteósicos (particularmente el de la primera sinfonía) a mi entender representan el triunfo de la voluntad sobre ese caos, la superioridad del ser sobre la adversidad, sin embargo, no todas las sinfonías de Mahler terminan en apoteosis, algunas culminan en sonidos que finalmente son muertos por el silencio. Esa es la paradoja que nos plantea el compositor.

PD: Mi versión favorita de esta sinfonía es precisamente la dirigida por Bernard Haitink con la Royal Concertgebouw Orchestra. Los interesados pueden oírla en el link que incluyo. El tercer movimiento es una marcha fúnebre: de los animales que llevan a sepultar al cazador muerto. A ver cómo imaginan la escena.

Sunday, August 3, 2008

Catequesis del Siglo XXI


Entre muchos otros cabos sueltos, el proyecto de nueva constitución del Ecuador ha dejado algunos que han despertado la preocupación de la iglesia católica del país. Particularmente la implícita aceptación del aborto (por un problema “técnico” de definición de la vida) y el matrimonio de parejas homosexuales han ocasionado la reacción de la jerarquía eclesiástica ecuatoriana que ha afirmado que no iniciarán una campaña abierta por el NO a la nueva constitución, que deberá ser aprobada en referéndum, pero si iniciarán un catecismo sobre valores cristianos. El problema no es nuevo en el mundo, más bien había tardado ya bastante en hacerse presente en Ecuador, y tampoco es un problema fácil de resolver, pues muchas posiciones razonables y bien fundamentadas se enfrentan en el debate, sin que ninguna de ellas logre imponerse al final. La palabra clave aquí, creo yo, es tolerancia: cuál es el máximo que estamos dispuestos a aceptar antes de que nuestros valores personales se vean amenazados o hasta agredidos. Todos quisiéramos ser más tolerantes, hacer concesiones a quiénes ven, entienden y viven la vida de una manera distinta a la nuestra, pero la tarea no es sencilla. La iglesia ecuatoriana parece aceptar este hecho, de ahí que no se pronuncie abiertamente por el NO, pues entonces sería una iglesia intolerante (¿cómo aquella que crucificó a Cristo?) e incompatible con los principios de solidaridad y hermandad en Cristo que promueve. Habría que ver entonces como funciona el catecismo del Siglo XXI diseñado para contrarrestar al socialismo del Siglo XXI. Parece que el caricaturista Bonil tiene la respuesta.
La caricatura es de El Universo, domingo 3 de Agosto de 2008